Lo que es y no es

El spleen es un mundo de poesía que no es poesía, de pensar y decir, sin decir ni pensar. Les comparto el aliento de mi travesía poética en las letras y los signos que no dicen nada y lo dicen todo. Esto es parte de mi etéreo paso por este sitio de antaño y de siempre, de nunca olvidado. Porque me atrevo a pronunciar lo que no está escrito, a ver en el vacío lo que falta. Son tejidos de palabras, garabatos de sonidos que se pueden pronunciar en el aire o en silencio, donde juego a crear metáforas, símbolos, analogías y más; así como salen del alma, de la mente, del corazón, del Spleen, puros y honestos, sin corregir ni tallerear, eso viene después....

El Spleen


En francés spleen representa el estado de melancolía sin causa definida o de angustia vital de una persona. En alemán, la palabra "spleen" denota a alguien continuamente irritable. En China, el spleen representa uno de los fundamentos del temperamento y se supone influye el poder de la voluntad. En este espacio te invito a conocer el spleen que me embarga y el que embarga a la humanidad.

lunes

El parque

Y quieren que les volvamos  a contar, ¿cómo nos piden eso? y todavía nos preguntan  cómo nos fue. En toda nuestra vida nunca nos había pasado algo así, es lo peor que nos ha sucedido en toda, toda, toda la vida.
Nuestra mamá tiene la culpa, ella siempre nos está diciendo que no hablemos con extraños, ya hasta nos cansamos de oírlo.  —Si se les acerca un extraño y les dice algo no le contesten, y corran lo más lejos posible—. Bueno lo  de que corramos  no, eso lo inventó mi hermanito, pero lo que sí es cierto es que busquemos a un adulto conocido.  Ya saben, alguien de la familia o un amigo, pero ha de ser uno de mi papá porque ninguno de nuestros amigos es adulto. Yo no sé por qué no nada más nos dice que nos vayamos con Juanita, si ella  es la que nos lleva al parque.
 Siempre nos cuenta la misma historia de un niño en los columpios, dice que la muchacha estaba echando algo, novio o algo así, y entonces un extraño se le acercó al niño, le pidió que lo ayudara a llevar una pelota a su coche, y desde entonces nadie sabe nada del niño. Dice mi ma que la muchacha se puso a gritar cuando se dio cuenta que se robaron al niño.
 Mamá dice que hay mucho tráfico de or... or... orégano o algo parecido. Por eso se roban a los niños.
Pero nosotros ni nos asustamos, si vemos que se nos acerca uno de esos robaniños le damos una patada, ¿verdad hermanito?
Pero la culpa fue de mi mamá de que hoy, nos pasara lo que nos pasó y también es culpa de Juanita.
Mira papá les voy a volver a contar pero ya no se rían. Estábamos mi hermano y yo en las resbaladillas, ya saben ahí donde el otro día se cayó mi primo Marcos porque tenía la abujeta desamarrada, cuando iba subiendo la escalera se pisó la abujeta con el otro pie y azotó, ni pudo meter las manos el sonso y se le metió toda la arena a la boca.
Tons, cuando estábamos en la resbaladilla roja, esa que dice mi mamá que parece oruga de bajada, mi hermanito iba adelante de mí y yo atrás, cuando íbamos en el túnel mi hermanito se me adelantó porque estaba sucio y yo no me quería ensuciar el pantalón. Me resbalé todo para abajo porque ni me di cuenta que ya había llegado a la orilla ; me di un sentón que me dolió mucho y cuando se me pasó el susto mi hermanito ya no estaba, y que me acuerdo de mi mamá, traté de echarme a correr y buscarlo, pero nada, no me pude mover, estaba como atorado en la arena, así como cuando jugamos a los encantados, ¿ustedes jugaban encantados de niños? A nosotros no nos gusta jugar a eso, porque cuando jugamos con nuestros primos grandes mi hermanito y yo andamos todo el juego corre y corre y no alcanzamos a nadie, cuando nos damos cuenta ya ni están, se van a andar en bici, y ahí nos dejan como bobos.
La arena me apretaba los pies, como que me tragaba, se me iban los tenis para adentro. Me quedé encantado, quietesito, quietesito como mi mamá quiere que siempre esté. Mira papá sentí que se me iba la panza bien lejos, me saltaba el corazón en la garganta, creo que hasta se me olvidó respirar. Me acordaba de mi mamá, y más miedo me dio.  Depronto se me olvidó todo lo que siempre me dice del parque y de los extraños robaniños y del tráfico.
Ahí fue cuando pensé que el robaniños le pidió a mi hermanito  la pelota, ¡ay pa!, que se me abren los ojos más arriba y me sentí como chiquito chiquito, y abrí más arriba los ojos, y pude voltear la cabeza para buscar a mi hermanito. Lo único que vi fue el escalón del arenero, me di cuenta que se había hecho más largo y más alto, y que cierro los ojos. No saben cómo me sentí, ni me acordé de mi mamá.
Fue culpa de Juanita, el otro día perdió a mi hermano en la tienda, sino pregúntenle a mi mamá, fuimos al super, íbamos junto al carro de la mano de la Juana, mi mamá se fue por las salchichas, depronto así nomás, Juana empezó a gritar, ya ven que está loca, yo que me voy corriendo a los juguetes; pus dónde mas querían que estuviera Nacho. Ahí estaba parado viendo las naves. Ese día yo lo salvé porque yo lo encontré, la Juanita nada mas gritaba —seño, señ—”. También el día de mi fiesta cuando cumplí cinco, que se le olvida que mi hermanito estaba dormido en el carro y ahí lo dejó cociéndose  al pobre.
Abrí los ojos y qué creen, que no era extraño, era extraña, mientras yo estaba encantado una señora que me pide la pelota, pero yo creo que le gustó más el bebe que estaba a un lado porque se acercó y se lo llevó cargado, sino ya no estaría aquí contándoles como se robaron a mi hermanito. Yo me asusté mucho más cuando vi a la extraña, que aprieto los ojos hasta adentro como cuando me llevó mi tío a la montaña rusa de patines, igualito que cuando nos caímos sentados y se me quedó el estomago sin mariposas, así apreté los ojos de duro. Y con los ojos cerrados veía como todo se me acercaba y se me alejaba al mismo tiempo.
 Pasaron horas para que pudiera abrir un ojo, ni lo abría nada mas se me subían las pestañas, vi poquita luz y abrí el otro ojo, Juanita movía su mano hacia un lado y levantaba un dedo, movía la boca muchas veces; de veras que está loca como dice mi mamá.
Que oigo un gritote  —Fernando hazte a un lado—.
Y que hago magia papá, que me cae Nacho encima. Me puse feliz de que lo aparecí, sino que le iba a decir a mi mamá.
Pero ni se rían porque es lo peor que nos ha pasado en la vida.

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