El cielo

Detendría el tiempo en el ocaso,
un solo minuto atrapado
entre la evocación y el olvido.
Sitio prófugo desmedido de memorias
de antaño encogidas tras los ecos pirotécnicos,
sombras de granito que van al encuentro
de un cielo astillado de estrellas
que cuelgan debajo de los cuernos de la luna.
Tiritan las palabras,
ocre y carmín,
marea y destierro.
Cada sombra va elocuente al encuentro
de un ángel terciopelo
que calla distante
mientras su mente da vueltas
en suicidios de distancias...
Caeremos al abismo incipiente
donde revolotean las caricias
en un arcano silencio
abatido entre el ser y no ser nada.
Al fondo una espiral
en catarsis desmedida
una voz que anuncia la alborada
relampaguea la noche en cataclismos...
una escalera que lleva a la nostalgia.
¿Te he dicho mi nombre?
¿Te he hablado de de mi sitio?
Hay una confusión que vaga en laberintos
somos atardecer de un sol naranja ensombrecido.
Anoche huimos tras las hadas del destino
recorrimos un limbo abandonado de sueños,
un destierro
un deseo marchito
sin intimidad
sin orgasmos
sepulcros de miel
condenas de misterios...
huimos cada vez que entre nosotros cohabita