Competencia semiótica

Algo es un signo si, y sólo si, algún interpretante lo considera signo de algo. La semiótica, por tanto, no se ocupa del estudio de un tipo de objeto particular, sino del estudio de los objetos ordinarios en la medida en que (y sólo en la medida en que) participan en la semiosis (Eco, 1990: 285). Un signo se convierte en tal cuando frente a él, se topa una capacidad interpretativa; la cual surge a partir de la percepción de un objeto determinado. Este fenómeno o fanerón como lo denominaba Peirce se convierte en signo gracias a la capacidad interpretativa de un sujeto, este sujeto que se denomina interpretante, es quien tiene la capacidad de captar el signo como tal, es decir, comprehende el signo como aquello que está en lugar de otra cosa. De manera que ese aparecer-se de un signo como aquello que significa un algo ausente pero presente en el significante y significado del signo, es la competencia semiótica. Esta competencia requiere de dos aspectos: 1. El interpretante o enunciatario y, 2. La capacidad interpretativa: el poder interpretar que resulta de la articulación de la competencia semiolingüística, textual, discursiva y semántica

 La competencia semiótica es la aptitud para la gestión eficiente de los textos y los discursos, se trata de una competencia cognoscitiva adquirida, que explica la relación del sujeto con el contexto y los discursos, de tal manera que es una competencia para el conocimiento de la realidad.