En la sombra me he perdido a mí misma
bajo un dolor incesante
que penetra hasta los huesos de ideas
carcomidas por segmentos
de la más sutil memoria
yerta de miedo
y tambaleante de sueños.
Me quedo inmóvil
paralizada sin ti
sin aquél que viene desde lejos
y cuida mis entrañas
fugadas del olvido de mi suerte
he despertado sin mi alma
en un cuerpo que no es mío
que siente un dolor ajeno
añejo de tiempos perdidos
de engaños estériles
y a la vez revestidos de mareos
de nocturnos
de solsticios de incendios.
Me miro al espejo y no soy yo
es aquella que has dejado en vida
mientras tu muerte has traído
quedé sin ti detrás de la mirada
de la ida
tras la carrera del sino
tras la muerte de Atenas.
He muerto tantas veces
que no recuerdo ni mi nombre
he reencarnado en tantas formas
que he recuperado alientos de fuerza
indómita y arrebatada del mismo Hércules
quien ha tocado mi ánima
bendita por tantos dioses y santos.
Hoy en medio de su muerte, mi dolor, un solsticio y la lejanía...
Me has dicho palabras de aliento
y han caído lágrimas de solitud
me has dicho que he crecido un hombre
y me has entregado tu admiración y tu cariño
yo solo he hecho mi papel de madre
a tientas
con miedo a veces
con fuerza otras
entre ira y sonrisas
pero no he sido yo
ha sido él...
y tú Aquiles en tú distancia estás
sin estar pero siento tú amor
espero que tus pies ligeros
te traigan a mí antes de que muera
antes de la noche
en el amanecer
entre la aurora y la ofrenda
porque esta vez Caronte me espera
el Aqueronte me lleva y las monedas
están ya en mis bolsillos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario