cae languidecido un otoño de sueños irrumpidos.
Un espacio silente, una marea que domina los deseos,
un millar de alas que despiertan un viento embravecido.
La noche cuelga de una habitación vacía oscura en soledades,
debajo una lluvia que cubre los huecos en delirios.
El mundo despierta cada vez que consumimos amores del pasado,
cuando los ojos apuntan al futuro y los hombros se encogen
congelados entre dudas y remembranzas...
El presente pesa como piedras atadas a espectros de cometa,
pesa como el mundo pesa al espacio ingrávido.
Una estrella tirita en la palma de mi mano
mientras mi mente la toca
mientras mi mente la toca
en pensares taciturnos...
Un millar de alas despiertan los vientos de la noche y del día,
hacen rugir el lugar donde a tientas camino...
El despertar es una montaña que se esparce al infinito,
una cuesta abatida en fulgores divergentes que sacuden el alma.
Despliega de azul la sombra vecina donde laten mil cantares...
El nudo del mundo es un botón de hilos y presagios atados a mi ombligo.
Una oración sin destino que palpita y exhala
cada vez que mis alas rotas invocan tus nombres...
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