llora junto a la luna que cuelga
de un limbo ingrávido de sed
por una estrella fugaz.
Las horas corren calladas de sentir
un luto ocaso que brilla detrás
de un manantial de sal a través de mi mirar.
Un halo dilata la alborada
entre flores y espinas
bajo un manto de hierro
que se extiende adyacente al horizonte.
Una línea recta cae donde se esconden
todos los misterios.
Los días son talismanes que penden
de los hilos del recuerdo.
El cuenco de la mente
se vacía de esperanzas,
añora lo perdido, añora lo futuro.
¿Cómo puede ser la nostalgia del mañana?
La memoria es un látigo que irrumpe
en el tiempo y el espacio.
¿Esperar lo que aun no existe?
El oráculo me llama,
se aloja tras la puerta y espera
a que callada parpadee sin elocuencia,
y se meta entre mis sábanas
un hito de creencia.
Hay una voz al fondo que
susurra lento lo que viene,
la oscuridad es una espiral
de placeres donde recorrer
los sitios que imagino.
Recuesto mis ideas
en un almohadón de melodías
que son como canto de ballenas
en altamar, en las honduras de la tierra.
Converjen con la noche que llueve
cansada de esperar cada mañana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario