me estremecen hasta el íntimo temblor
de mis huesos marchitos.
Tomo tu mano y la estrujo con todas mis fuerzas
porque sé que en la alborada, al despertar
se habrá ido con el tintilar de los cometas.
Besas mi frente segundos antes del rocío,
mientras las aves cantan y los espectros
flotan su fuga...
Tus pasos ya no alcanzaran nunca más
mis sendas ni parajes,
te fuiste una noche con el rabiar de la vida
que nos jugaba una mala broma.
Me arrancaron las alas, me irrumpieron los sueños,
contigo muerieron las muertes
y tras de ti mis anhelos...
Tan ancho el vacío,
el dolor es una estaca que atraviesa el alma.
Han habido tantos días en los que no sé
si podré levantarme...
Besas mi frente y murmullas
-¡sigue adelante!
Empaco un velís
lleno de coraje, de fuerza
y de la misma rabia que abrió este abismo.
Abrazo el limbo con furia,
abrazo la vida, encojo los hombros, tomo aire...
camino.
Un solaz de destierros incansables palpitan,
tiemblo...
A pesar de todo y tanto
no encuentro el veneno.
He de asistir hasta el último infierno
para renacer inquebrantable,
indomable.
He de asistir a mi última muerte
para ser en vida.
Asisto a mi nacimiento en donde soy
y seré tu andamio,
luz de tu destino.
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